Matar de amor a Dylan

Dylan se lamentaba de que los críticos diseccionaban sus canciones como si fueran conejos. Sometían su música a un análisis anatómico-forense, realizando una autopsia que precisaba el asesinato y la profanación del cadáver musical, precisamente para intentar descubrir por qué aquel conjunto de palabras y sonidos brillaron en su generación al punto de constituir camino, verdad y vida, por decirlo, ya que estamos hablando de palabras, en términos evangélicos. Peter Astor (2010) recordaba este lamento al hilo de su defensa poética de la música pop, al adoptar una solución de compromiso que le llevó a terciar en el debate afirmando que las letras de las canciones no son poemas pero las palabras cuentan. Pero esta paradójica práctica de la práctica musical, alguien diría que tan infantil como un niño asesinando de amor a su mascota por abrazarla tan fuerte que terminara sometiéndole a inconsciente asfixia, no agota la contradicción del caso, que Astor eleva dimensión de industria. El cantante de The Loft sitúa este evento en el cambio de siglo con la publicación de Song and Dance Man: The Art of Bob Dylan de Michael Gray. Y adivina en este libro la punta del iceberg de toda una “microindustria floreciente en torno a la disección de las letras de Dylan (aunque, curiosamente, no hay muchos otros artistas)” (p. 146). Faltaba algo más de un lustro desde que Peter Astor enunció este dictamen para que la lírica de Dylan le hiciera acreedor del Nobel de literatura. Vamos para casi una década de ese acontecimiento, y el ritmo de producción dentro de la industria académica de conocimiento eleva a más de 30.000 referencias el número de resultados arrojados por Google Scholar al rellenar su campo de búsqueda con la orden “Bob Dylan” AND poetry. Diseccionan mis canciones como conejos, se lamentaba el cantante. No dejan de matar de amor a Dylan, en un crimen que cada día que pasa adquiere dimensiones aumentadamente industriales. Bob Dylan, más allá de lo que diga la Academia con tendencias criminales, se ha convertido en nuestro bendito conejo, pero de su destilado lírico vertido en palabras, ¿es poeta?

Astor, P. (2010). The poetry of rock: song lyrics are not poems but the words still matter; another look at Richard Goldstein's collection of rock lyrics. Popular Music, 29(1), 143-148.

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