rEEALITY spKOE IN(oVAL) classTODAY
Paradise presenta un Presidente antitético a Trump. Alguien poco dado a la función ejecutiva. Un carácter débil que actúa como títere del poder económico hasta que el fin de su legislatura le permita vivir el resto de su vida cómodamente de rentas. El aspecto patético del personaje se resume en su cuelgue por la música de cuando era joven. Algo que se refleja en las recopilaciones de CDs que hace sonar con hits bombásticos de hair metal ochentero.
Hay una larga serie de películas que usan el pop-rock como elemento de memoria histórica para fijar el espíritu de los personajes. Paradise no es una excepción en este sentido, pero sí que lo hace muy expresamente. Los hijos de los dos protagonistas tienen nombres asociados al rock, de forma que su destino romántico tiene algo de alegórico en términos contraculturales.
La hija del prota afroamericano, quintaesencia de la integridad, se llama Presley por Elvis. Y el hijo del WASP decadente se llama Jeremy debido al celebre hit de Pearl Jam, dedicado a denunciar el suicidio en menores. El intento por establecer esta relación es tan hiperbólico que el actor que interpreta al chico tiene rasgos que remedan a Eddie Vedder, extendiendo esta pretensión a la propia cazadora torera de pana que vestía el cantante en sus primeros tiempos.
![]() |
![]() |
Lo que pasó ayer es que se evidenció lo que ya sabíamos en el fondo, pero nunca queremos reconocer. Pero cuando esto queda al descubierto no queremos ir hasta el fondo del asunto en su aspecto depurativo, porque esto exigiría sacrificios materiales y renuncias morales que obligarían a replantear radicalmente lo que somos. Lo que pasó ayer es que nos conformamos con que las cosas vuelvan al tiempo en que el poder político se muestra como un títere amable, mientras, por debajo, el imperialismo que está en la raíz de nuestro mundo sigue manejando los conflictos geopolíticos según las necesidades que exige su sostenimiento.
Lo que pasó ayer es que, por un momento, la contracultura retiró su función de careta amable, según viene haciendo desde que fue asimilada por el statu quo a mediados de los 70. Y todos los derechos que supuestamente nos pertenecen quedaron reducidos a deberes como vasallos. Y no es que queramos cambiar realmente esta condición, porque sencillamente no podemos. Es que nos conformamos, y pedimos, y exigimos, que el poder se ponga su disfraz hegemónico para que pueda seguir la ilusión de que somos libres y autosuficientes. Lo que pasó es que nos conformamos con que a Trump le guste Poison. Porque cada rosa tiene su espina. Vivimos en permanente "denial", según cantaba Cobain, de la cruda realidad geoestratégica que nos determina. Olemos a espíritu adolescente.
Comentarios
Publicar un comentario