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La maldición de Abe Simpson. Cierre temporal del blog por obra literaria

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El 19 de mayo de 1996, Abe Simpson lanzó una maldición a toda su audiencia. Homer y Barney Gamble cantan entusiasmados ante el espejo mientras peinan su pelo todavía frondoso, dejado crecer conforme a la moda de los 70. Abe irrumpe en el dormitorio para ver a qué viene ese escándalo, y su hijo le espeta que no está preparado para comprenderlo. Lo que está pasando en ese momento es que dos jóvenes veinteañeros están cantando un hit del momento, y Homer explica a su padre que para entenderlo es necesario estar en la onda. La respuesta que viene a continuación convertirá a Abe en una especie de oráculo, arrojando una profecía a la audiencia de los 90 de la que será preciso zafarse. Lejos de extrañarse ante la enigmática expresión de Homer, Abe recoge esta afirmación para aclarar que él ya ha estado en esa misma situación previamente. "Yo solía estar en la onda", dice Abe, "pero entonces cambiaron la onda. Ahora estoy en algo que ya no es la onda, y la onda me resulta extrañ

El final perfecto de Ozark II. Gatopardismo WASP

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Wendy Byrde simboliza, como pocos personajes, la huida adelante que acompaña al proyecto de salvación personal propio del espíritu del capitalismo weberiano. Siempre a punto de tocar con los dedos la realización definitiva del proyecto salvador, y a la vez, siempre demasiado lejos, al punto de obligar a un nuevo salto mortal que profundiza en una deriva de degradación moral. Manteniendo, no obstante, un aspecto de dignidad moral frente a la sociedad donde no se renuncia a mostrarse como referente de ejemplaridad, por mor de un sentimiento de superioridad moral que no precisa estar justificado. Wendy aparenta ser una persona señaladamente extraviada por un camino progresivamente inmoral, pero, más allá de sus circunstancias particulares, este esquema de funcionamiento compone la dialéctica general de avance promovida por las contradicciones internas del espíritu del capitalismo.  Predeterminación vs. antitradicionalismo, es la primera dicotomía que el capitalista weberiano se ve obligad

El final perfecto de Ozark I. La mayoría nunca sale de Nunca Jamás

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El desenlace de Ozark ha sido decepcionante. Se ha sentido anticlimático en un doble sentido, narrativo y moral. Y también facilón, con ese corte a negro más propio de un cliffhanger que del final de una serie que aspiraba a monumental. En realidad ese giro criminal de Jonah compone un final perfecto. Pero para considerarlo así, hay que comprender Ozark como una serie de tesis, y hacerla girar sobre un tema aparentemente menor por supuestamente superado, pero que está supurando siempre en nuestra cultura por constituir una especie de raíz envenenada. Esta raíz se refiere a la ética protestante que subyace al espíritu capitalista, y la lógica contradictoria que entraña. El debate religioso en Ozark llega de la mano del padre de Wendy, fanático religioso y profundamente hipócrita por ello, en cuyo juicio late la propia corrupción potencial de su hija como una pulsión no reconocida. Pero sobre todo, este conflicto íntimo se extiende socialmente a través del vínculo inextricable entre el c

El joven como invasor de sí mismo II. El chasquido Guggenheim

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El lugar histórico del sujeto capitalista, tal y como queda descrito por Weber, se parece bastante al del objeto artístico de vanguardia descrito por Adorno. En su vocación radicalmente antitradicionalista como figura paradójica de progreso, el objeto artístico de vanguardia y el sujeto capitalista están y no están en la sociedad de su época. Contra la importancia de la fortuna del capitalista y el valor de Mercado desorbitado de la obra de vanguardia, la verdadera razón de ser del protagonismo social de ambos reside en su espíritu desinteresado. Algo que el resto de los mortales no acertamos a entender, añadiendo al lustre artístico y empresarial una capa de misterio enigmático. Tan misteriosa que el aspecto contingente de la "fortuna" se refiere como sinónimo, al de su propia noción de "destino". El desinterés del capitalista se parece al de Thanos, razón por la que estos apuntes indagan en el trasfondo ideológico del UCM como puesta al día del discurso neoliberal

El joven como invasor de sí mismo I. El que esté libre de años que tire la primera piedra

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En el centro de la Saga del Infinito hay un nudo gordiano atado durante el lento proceso de formación histórica de nuestro mundo moderno, como un núcleo que irradia una influencia inadvertida sobre el sustrato religioso en que se cimenta el discurso capitalista. La opinión común es que este sustrato religioso es un tema superado, pero el objeto central de estos apuntes consiste en dar evidencia de lo contrario. Los apuntes de este blog tienen por objeto demostrar la expresión de este tema en el discurso del UCM, confirmando la función ideológica de la serie en la construcción de un discurso donde se presenta la última iteración del mito capitalista por antonomasia, esto es, el de estar alentado por un cierto "espíritu" donde el afan de lucro acumulativo tradicionalmente asociado al pecado de avaricia, se transmuta en colmo de la acción desinteresada pese a sostenerse en perjuicio de un reparto social igualitario. Quizás, la mejor vía para profundizar en esta contradicción con

Herencia y juventud de Tony Stark IV. Cuando América es el problema, Amérika es la solución.

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Jerry Rubin es un "niño de Amérika", Amérika es el hippie, América el policía. En el suelo de América, Amérika es el invadido, América el invasor. América es el cambio de la ce por la ka como toda suerte de crítica, y la contracultura está compuesta por los niños de Amérika porque, cuando América es el problema, Amérika es la solución. Amérika es la tradición estadounidense pasada por el tamiz de la contracultura juvenil para depurarse en la aparente ruptura radicalmente formal del hippismo psicodélico, y recuperarse en términos de quintaesencia política a través de una vinculación entre el ala demócrata del bipartidismo sistémico y la performatividad del yippismo. América son los padres, Amérika es el rock´n´roll. Amérika es la chupa roja de Jim Stark en Rebelde sin causa (Ray, 1955), América es la chaqueta gris de un padre que da vergüenza: el cambio de la chupa roja por la chaqueta gris de su padre como desenlace de la película, es la restitución, por el cambio de

Severance II. Helly como inauguración infernal del inconsciente freudiano

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Habíamos dicho una cosa que sonaba rara y otra que parecía cuestionable. La cosa rara es que no cabe aclarar que "el trabajo es sólo trabajo" a menos que hayamos entrado en una situación caracterizada por el riesgo de que "todo sea trabajo" pues, en caso contrario, este extremo no merecería aclaración. Severance da forma a ese riesgo de totalidad laboral inusitadamente. Sin embargo es probable también en el mundo real, el trabajo del mundo real se haya totalizado sin que nos demos cuenta, y sin necesidad de vivir en un escenario de pesadilla tan brutal como el que plantea Severance. Esto daría pie a la cosa cuestionable que habíamos dicho, esto es, que Severance es mucho más realista de lo que aparenta a primera vista. Hay un indicio que cabe ponernos sobre la pista de que el espectador vive en un mundo donde el trabajo se ha totalizado; tiene lugar en las terapias de la empresa para ajustar emocionalmente a sus trabajadores. Estas terapias consisten en un material