Herencia y juventud de Tony Stark IV. Cuando América es el problema, Amérika es la solución.

Jerry Rubin es un "niño de Amérika", Amérika es el hippie, América el policía. En el suelo de América, Amérika es el invadido, América el invasor. América es el cambio de la ce por la ka como toda suerte de crítica, y la contracultura está compuesta por los niños de Amérika porque, cuando América es el problema, Amérika es la solución. Amérika es la tradición estadounidense pasada por el tamiz de la contracultura juvenil para depurarse en la aparente ruptura radicalmente formal del hippismo psicodélico, y recuperarse en términos de quintaesencia política a través de una vinculación entre el ala demócrata del bipartidismo sistémico y la performatividad del yippismo. América son los padres, Amérika es el rock´n´roll. Amérika es la chupa roja de Jim Stark en Rebelde sin causa (Ray, 1955), América es la chaqueta gris de un padre que da vergüenza: el cambio de la chupa roja por la chaqueta gris de su padre como desenlace de la película, es la restitución, por el cambio de estilo, del padre fundador erigido en autoridad legítima por la tradición de un conflicto fratricida reiterado pero sin bajas, a modo de Civil War (Russo y Russo, 2016). 

 
América es la madre generalista de la audiencia masiva como fuerza política mayoritaria, Amérika es la asunción de la ausencia de crítica en la narrativa exhibida por una pantalla ante la fuerza consuetudinaria del consumo de palomitas. América es la bomba atómica, Amérika es el poster de Rebelde sin causa mostrando a James Dean con su mano simulando ser un revólver que apunta un giro hacia la izquierda. América es la hegemonía global por la fuerza del armamento, Amérika es la excitación juvenil por la experiencia del riesgo de delincuencia al exhibir una posición crítica frente al derecho radioactivo mediante la performatividad estilística. América es la democracia tamizada por la Amérika proyectada en el cine y la televisión. 
 

Amérika es Jerry Rubin (1970) promulgando la acción directa con su libro panfletario titulado Do it!. América es Iron Man cuando adopta esta actitud privatizando unilateralmente la seguridad del planeta con las armas que produce, pero Amérika es también, la exhibición de su gusto por AC/DC ejerciendo de pantalla. Los niños de Amérika nacieron de golpe en la sacudida catódica producida al giro de Elvis la pelvis, Tony Stark se enmascara de autoparodia macarra cuando Angus Young suena su guitarra, entre lo diegético y lo extradiegético de un relato que confunde, en ese momento, las capas que se solapan, amalgamando sin distinción la ficción con lo real. 

América es Eisenhower, Amérika es el yippismo. Amérika es ser un contra-americano para ser un buen americano porque Amérika es, contra América, su renovación. Nadie externo puede erigirse en crítico de Estados Unidos, porque su modernidad albergó a una juventud que exhibió las formas más libertarias de confrontación autocrítica a través del contraste psicodélico, la experimentación comunal, el derroche festivo y el despliegue de un erotismo sin trabas, revuelta contra el propio sistema político. La crítica al hegemón americano se ejerce desde dentro, y desde fuera se observa. Este es el mensaje del lema usado en The Trial of the Chicago 7 (Sorkin, 2020), a modo de leit motiv para fijar el sentido histórico de la contracultura mediante la reiteración de la frase "el mundo nos está mirando", cerrando como colofón sobre fondo negro como último plano de la película para mejor reforzar su carácter de moraleja. América es la conciencia convergente de aglutinar la resistencia a su hegemonía como intempestiva autocrítica y el regusto narcisista de saberse mirado en un gesto histriónico de una Amérika exhibicionista porque, según ella misma nos dice, cuando Estados Unidos merece considerarse como objeto de crítica, el mundo mira a la contracultura americana para sumarse al ejercicio de esta función en forma de sujeto paciente. La crítica a Estados Unidos recae así, en exclusiva, en la parte crítica de Estados Unidos, resultando inmunizados de la crítica externa a modo de vacuna burguesa, tal y como Barthes (1980) expone este dispositivo ideológico en sus Mitologías.

Cuando Estados Unidos merece algún tipo de crítica, el mundo mira a la contracultura estadounidense, y lo que encuentra es que la contracultura no ejerce la crítica porque sea antiamericanista, sino porque representa precisamente el colmo del espíritu americano, como símbolo democrático de la libertad ejercida mediante el poder popular contra el rodillo de las instituciones. La película de Sorkin presenta a Abbie Hoffman en el momento clave del juicio, apelando al padre fundador para justificar la posición crítica de la contracultura cuando toma la voz y afirma: "Lincoln dijo: Cuando el pueblo se canse de su derecho constitucional a enmendar el gobierno, ejercerá su derecho revolucionario a desarmar y derrocar ese gobierno. Y si Lincoln hubiera dado ese discurso en Lincoln Park el verano pasado, estaría en juicio con todos nosotros". De igual forma que, cuando llega el momento de justificar la actitud de Tom Hayden, a la postre integrado en la política profesional a través de una carrera de cuatro décadas en el partido demócrata, la forma de justificarlo consiste en señalarlo como patriota. 

La historia no es como sucedió, sino como se construye a posteriori, y en este sentido, el discurso de Netflix sobre el juicio de los 7 de Chicago, elabora una relación esencialista entre democracia y americanismo como defensa de las libertades, que descansa en el patriotismo bien entendido. No se es tanto americanista por defensor de la libertad como defensor de la libertad por ser americanista. Por así decir, la contracultura no es que sea antipapista, sino que es más papista que el Papa en lo que se refiere a lo que representa la idea de América como institución garante de la libertad como valor fundamental de una existencia política. Y así, Abbie Hoffman no duda en citar el Evangelio para terminar de enmarcar el sentido crítico de su discurso. "Alguien dijo: Vine a poner al hombre contra su padre, y a la hija contra su madre. ¿Sabe quién fue?". Jerry Rubin, contestan mordazmente, a lo que él responde sí pero no, porque en realidad se refiere a Jesucristo conforme a una cita de Mateo 10:35. Tiene mucha tela que semejante escena esté interpretada con toda la propiedad y la pompa de fondo que exige esta referencia sagrada, por un epítome de la iconoclasia como Sacha Baron Coen. Y es que Hollywood, cuando tiene que cuadrarse, se cuadra. 

El problema de la relación entre herencia y juventud, tal y como queda planteada por la emergencia del joven como nuevo sujeto histórico llamado a protagonizar los procesos de cambio tras la implantación de la sociedad de consumo y el Estado del bienestar en la Guerra Fría, es que la crítica planteada por esta nueva clase social contra el sistema político se hace a cuenta de constituirse en versión esotérica de la propuesta americanista como religión de la libertad, completando con ello, un proceso de purificación institucional que redunda en un fortalecimiento del americanismo como religión exotérica. Los niños de Amérika entran en litigio contra una América institucional corrompida para preservar sus valores fundacionales, de igual forma que Jesucristo irrumpe en el templo de Jerusalén para convertirse en azote de los mercaderes que lo han ocupado. Pero Hoffman yerra en un detalle al plantear la analogía religiosa entre la rebeldía cristiana y la de la contracultura. Jesucristo es hijo de un pueblo judío ocupado por la fuerza imperial romana, mientras la contracultura está compuesta por jóvenes que harían de Jesucristo y sus apóstoles, personajes romanos. Es decir que la relación de la contracultura con la tradición de la cultura que critica, está endiabladamente sujeta a convertir toda tentativa de aparente desenganche con el sistema, en factor de fortalecimiento del mismo. Cuando The Trial of the Chicago 7 exhibe un cartel de protesta con el lema "America, Love it or Leave it", funciona en ese contexto como un ejemplo de protesta contra el papel de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, pero la frase es demasiado genérica como para no optar a un segundo significado referido al juego de alternativas posibles sobre la relación con el propio país: a América ámala, o déjala en paz.

Jerry Rubin es juventud y es Amérika, un ciudadano medio desmarcándose de su destino como mano de obra en la cadena de montaje de una factoría, mediante su acto de autodeterminación categórico como joven infantilizado, convertido en clase transversal decidida a saltar la valla del proletariado. Tony Stark es América, el dueño de la factoría enmascarando su condición de CEO capitalista en la excitación producida por un superhéroe que vuela al ritmo amerikano, que ya no australiano, de una banda que epitomiza los valores saturados del hard rock.

Tony Stark incluye a América y Amérika de forma dialéctica. En su interior sin corazón late un policía maduro de dimensión planetaria conviviendo con Jerry Rubin, como en una mezcla macarra que recuerda a ese Mel Gibson impulsivo convertido en Arma Letal (Donner, 1987). Como Jerry Rubin, Tony Stark ha escindido las ideas de Paz y Victoria, porque la victoria exige la guerra y la guerra conlleva la mala conciencia, que es preciso eliminar para seguir en el ejercicio de su papel como Mercader de Muerte mediante un comercio de armas que compone un negocio criminal. 

América entiende la uve de victoria como trance imperial necesario al que obliga su deber como poli planetario, según el motto romano que reza si vis pace para bellum. Amérika busca la paz en la uve por una suerte unívoca de atajo ausente de contradicciones lógicas, el del propio olvido de ser los niños alimentados por la abundancia que acumula el saqueo de recursos que acompaña al poder dejercido en la dinámica imperial. Los niños de América cambian la ce por la ka, para que la uve se convierta en un signo puramente pacifista, a costa de comprender una paz hipostática mientras siguen consumiendo y sintiéndose amerikanos en el acto de consumo. Tony Stark al comienzo de su historia, tiene problemas con este signo de victoria devenido pacifismo, porque representa el armamentismo en tierra extranjera de la América que ocupa otro Estado soberano en nombre de la Libertad, pero luego se recuerda que otra parte de sí, la que suena por debajo al ritmo de AC/DC, pertenece por ello a los niños de Amérika, y con ello amalgama de nuevo Paz y Victoria militar a sabiendas de que el mundo entero le está mirando, cuando ya nadie va al cine pero el Universo de Cine Marvel compone todavía, una pírrica expresión de lo que supuso en el pasado este medio, como esplendor americanista por la evidencia incontestable de la fuerza de la taquilla.

Más que contener en su interior a Jerry Rubin, Tony Stark y Jerry Rubin son lo mismo. Ambos tienen escindidas las ideas de Paz y Victoria militar, pero resuelven este conflicto con estilo y wishful thinking, sin que nada se les ponga por delante, aprovechando el aparato mediático del impedio para empoderarse como celebrities. Tony Stark tiene superpoderes, Jerry Rubin proclama la inauguración de la juventud como autodeterminación que promulga una identidad categórica, a modo de superpoder del que emanan el resto, incluso impostándose como invadido cuando, tal y como se le recuerda en el prólogo de su libro, él desciende de los invasores. Desde aquí, Stark y Rubin, Rubin y Stark, conjugan Rock y Paz a través de un ruido belicoso en una escalada de volumen desatado hasta el 11. Confusión y aturdimiento en la imposición del efecto por el uso declarado del golpe efectista es  Amérika: decir que la guerra pare para que la guerra de América siga. No extrañe que en esta deriva dedicada al retrato hardrockero de un CEO maduro que se quiere adolescente, extendida hasta el infinito, desemboque en un desenlace que confunda a los niños de Amérika con los niños de Thanos que, como Gamora, serán los auténticos sacrificados contra la aparente evidencia del fin de Iron Man. Y es que al ser un problema de herencia, América ni se crea ni se destruye, sólo se transforma incluso en la sencilla resignificación de una letra sustitutiva que ni cambia la pronunciación de la palabra,que Amérika para eso es un mito, su solución.

 


Barthes, R. (1980). Mitologías, Siglo XXI.
Donner, R. (1987). Lethal Weapon [película]. Warner Bros.
Ray, N. (1955). Rebel without a cause [película]. Warner Bros.
Rubin. J. (1970). Do It! Scenarios of the Revolution. Simon and Schuster.
Russo, A. y Russo, J. (2016). Captain América: Civil War [película]. Marvel Studios.
Sorkin, A. (2020). The Trial of the Chicago 7 [película]. Paramount Pictures.


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