Herencia y juventud de Tony Stark I. El retrato hardrockero del CEO adolescente

Que a Tony Stark le gustan AC-DC es un hecho conocido, un rasgo distintivo del personaje. Tanto es así que la música de AC-DC es la primera señal que recibe la audiencia al conocer a Iron Man. El arranque del UCM nos sitúa en Kunar, provincia de Afganistán. Vemos un jeep militar avanzar de frente hacia la cámara por el desierto. Encabeza un convoy de seguridad escoltando a Tony, representado metonímicamente por el primer plano de una mano sosteniendo un whisky. Dos planos antes hemos visto un radiocassette que da cuenta de la fuente emisora de la música que estamos oyendo. Tony Stark es el gusto excesivo de la parte por el todo expresado con el hard-rock y el alcohol: un minuto después sabemos que también por el sexo promiscuo.

Suenan AC-DC mientras Tony se mofa del soldado a su lado llamándole Forrest (Gump), paralizado ante su presencia aurática de celebrity. El soldado veterano del asiento de adelante no puede evitar la curiosidad de aclarar un cotilleo que cuenta que Tony tuvo sexo con doce modelos que encarnaban los meses del año en una revista que lo tenía en portada. Tony alardea de ello; a la soldado que conduce no parece molestarle.Tampoco le molesta cuando Tony le echa un piropo por si pica el anzuelo. Tony es alguien encantado de conocerse a sí mismo conforme lo conocemos.

En realidad no se conoce a sí mismo, descubrirá que esconde un secreto. Pero ahora en el comienzo suena Back in Black explicitando de fondo, que Tony es alguien encantado de "estar de vuelta" como quien, nada más empezar, está de vuelta de todo. Alguien que gira en un ciclo de eterno retorno, donde "mirar al cielo le eleva y le pone ciego" al "aspirar a lo más alto" en un orgullo excesivo y embriagador, diríamos prometeico. Alguien que cree que "tiene las vidas de un gato" y se dice "inmortal, que abusa de todos y escapa salvaje" cuando su costumbre de abuso anómico termina liándola parda al resto. 

Tony es sexo, sustancias y wishful thinking. Tony es puro rock´n´roll. AC-DC es su carta de presentación y el retrato en el que se mira para alimentar su espíritu en un bucle de feedback interminable, del overdrive a la distorsión creciendo un acople que termina por invadirlo todo hasta llegar al Endgame. Iron Man arrancan con Back in Black, Iron Man 2 con Shoot to Thrill. Tony es alguien que dispara en un giro repentino pero para emocionar, como haría Breton en el colmo del surrealismo. Back in Black suena en terreno enemigo, Shoot to Thrill es la Expo de su megacorporación amortizada a mayor gloria personal. De nuevo el sonido comienza en un plano extradiegético para convertirse en el ritmo que mueve a un coro de bellezones llamadas Ironettes. Sí, Iron Man es este superhéroe que tiene un grupo de modelos bailándole el agua mientras suena una canción cantada por un macarra, que nos cuenta que "tiene todo lo que las mujeres necesitan". Que es como "un mal bajo tu piel que va a hacer que te quemes porque tiene su arma lista, jugando a matar demasiadas mujeres con demasiadas pastillas". Tony Stark es un dealer que juega a vender armas a lo largo de un globo que se ha convertido en su barrio, como quien busca a esposas insatisfechas para darles remedio estupefaciente.

Dicen que un buen relato está ya resumido al comienzo del mismo. Por lo que respecta al comienzo del UCM, la saga del infinito es el retrato de Tony Stark, un CEO que rezuma un ideario hardrockero entre la diégesis y extradiégesis. Alguien que muestra ambivalencia ante el signo de victoria. Cuando el joven soldado pide un selfie al protagonista, apunta con sus dedos la letra uve, y Tony censura este gesto. Es un gesto cuajado en la victoria aliada de la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército americano lo popularizó como una forma de celebrarla. La victoria trajo paz, y con ella llegó el establecimiento de Estados Unidos como hegemón en defensa del mantenimiento de la misma conforme a los valores occidentales. Tony censura esa uve que significa paz emergida de la victoria porque su negocio es la guerra, y la paz supone su ruina, pero hay algo más.

Algo ha sucedido entre 1945 y 2008 para que este desplazamiento resignificado de la paz por la victoria, se convierta en un signo que deslegitima a quien provee de recursos a la institución encargada de ejecutar el si vis pacem para bellum. Tiene que ver con unos años convulsos donde la juventud criada al calor de la abundancia acumulada por el ejercicio del poder hegemónico durante los años 60, decidió desligar este vínculo de causalidad metonímica para convertir ambos significados en polos radicalmente enfrentados en términos de legitimidad política. No es sólo que la paz agote el negocio del armamento de guerra, es que la paz deslegitima la guerra como medio para la misma en función de una contracultura que, precisamente, bebe de esa música rock de la que Tony hace gala para quedar identificado como alguien cool antes que como mercader de muerte. Algo que ya señalamos que manchaba al personaje con una culpa atómica propia de un hombre sin corazón

La identificación del CEO de Stark Industries con AC-DC es una forma de cortocircuitar este juicio incriminatorio, al compartir, con la contracultura, la fuente de la que bebe, y hacer circular esta referencia entre la diégesis y la extradiégesis, saliendo y entrando en el seno de relato, en un margen de acción ambiguo. Esa misma ambigüedad que Tony termina tomando respecto a ese signo de uve que finalmente acepta como significado de paz, contra la que no tiene más que más que la reticencia de un postureo cínico rubricando su estilo macarra. Su pose cool embebida de restos críticos de Guerra Fría pasando de todo. Tony sólo bromeaba. Por supuesto él ama la paz. Eso está fuera de toda duda. Sobre todo cuando esta aquiescencia supone el gatillo que dispara una explosión solapada en este momento que estaba a punto de derivar hacia el terreno flower power.

Tony es AC-DC, es Bon Scott tras su colapso, como si el cantante no se diera aludido por su propia muerte. Reafirmadamente irresponsable en las consecuencias de sus abusivos actos que, en su escapada, gira en círculo "hacia el negro" pero cree que no se apaga, penetrando en el lado oscuro de la fuerza de la que se alimenta, y a la que regresa con recurrencia para empoderarse en un consumo autodestructor. Este es el héroe llamado a gustarnos. El modelo de instrucción para la audiencia milenial. Un esteta arrastrado hasta el siglo XXI como un espejo en el que mirarse. El medio narcisista convertido en fin mediatizado de pura redundancia por lo que la redundancia tiene de abuso y explotación. 

Su vida es una banda sonora rockera en el salto entre el mundo extradiegético de la recepción como audiencia, y el mundo diegético de la acción directa provocada por la situación de riesgo. Es el poder contradictorio que nace de vaciarse cuanto más intenta llenarse en un ciclo de autoexplotación insatisfecha, insistiendo como una bomba que se quiere lista para estallar pero ya ha sido detonada. Alguien ilegal porque lo tiene todo: justamente es la lección política que aguarda en el UCM.

Tony se ha metido un hostión gordo y no lo sabe todavía. Es un armónico artificial destruyendo el acorde en una subida exponencial de volumen y en el acorde, la propia noción de armonía. Aunque Tony no se siente cacofónico; es más bien la pretensión de imponer la textura del timbre en la evidencia de un volumen al máximo como asalto interdiegético al mundo pitagórico de las esferas: Tony es el orden del caos. Así que en cuanto puede, Tony pone a AC-DC por delante del relato en el tiempo, y a la vez como material interior de escenario para dar realce a su figura, caracterizada así, por la insatisfaccion adictiva de habitar la frontera entre la diégesis y la extradiégesis como margen de escaramuza, por arrastrar una herencia institucional donde la conversión de victoria en paz lo deja fuera de juego. 

Tony está llamado a hacer una cosa y la contraria. Crónica de un zombi anunciado, es la ambigüedad explosiva de puro demagógica entre la guerra y la paz, la victoria y la derrota, jugando a ser eterno en su falsa adolescencia, filo de ingreso en una mediana edad camuflada de juventud prolongada, obsoleta antes de empezar. Tony Stark es la interdiégesis hardrockera de ese CEO posmoderno que es el último en descubrir que la paz es el contenido de la guerra bajo la forma de misión humanitaria de las fuerzas militares de ocupación hegemónica comandadas por su país desde hace décadas. Cuando intuya que la paz le deja, no ya fuera de juego laboral sino contraculturalmente, accederá a retratarse con el signo de la paz, como comienzo de una praxis cinematográfica dedicada a hacer, de la contracultura, contenido a asimilar.

 

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