Creosis

Arrastrando el tema de la personalidad del superhéroe durante las entradas precedentes, hemos llegado al siguiente problema: el del personal branding como desembocadura del vaciamiento de significado personal por confiar en el estilo como recurso fundamental de construcción identitaria. El emblemático valor icónico de la figura juvenil, representada por el Rebelde sin causa, aparecía como germen cultural del mismo. Su ajuste contemporáneo como exigencia normativa de visibilización sociolaboral, presenta distintos problemas conforme a la manera en que Capitán América y Hawkeye se relacionan con su disfraz de superhéroe. Sin embargo hay otro superhéroe que no tiene ningún problema de ajuste personal a este respecto. Es el otro Stark. El nieto semiótico de Jim Stark. Tony Stark, precisamente el líder de Avengers y por extensión de la Saga del Infinito. Si el modelo de personalidad planteado por Capitán América y Hawkeye aparece como un obstáculo a la hora de relacionarse con la función d

La relación del superhéroe con su disfraz es un tema totalmente insignificante desde un punto de vista clásico, justamente porque la tradición no problematiza la noción de signo. El disfraz sería el significante que albergaría un contenido, un significado, formado por una sustancia heroica detentada por un sujeto excepcionalmente valioso, valiente. El disfraz sería así un medio socorrido de resolver el anuncio de esta excepcionalidad con la suficiente capacidad de contraste para ponernos sobre la pista de las dimensiones formidables de la empresa del superhéroe, en términos de justicia social por cuanto supone un agente de restitución del orden. Así Superman no sería ni su traje ni menos que su traje, y su traje sería lo que Superman tiene a mano para resover sobre la marcha su imagen social, de forma que pueda emprender su tarea heroica. Con posterioridad, el significante-disfraz se carga de las connotaciones heroicas de las hazañas de quien lo viste y ese estilo se carga consecuentem