El superhéroe psicologizado II. Superman contra la Psicología Pop

El rebelde moral (Monin, 2008) es un constructo de la Psicología de la personalidad relativamente reciente, de hecho, coetáneo al estreno de Iron Man que, en Harry Potter y la cultura de la vigilancia (Abad, 2019), utilizábamos para identificar sinónimamente la construcción cinematográfica del rebelde sin causa. En efecto, la tendencia de Jim Stark a meterse en problemas por defender al débil Platón, no amilándose ante Buzz y su pandilla a riesgo de su propia integridad física, encajaba con la idea de rebelde moral utilizada por los psicólogos actuales para describir la personalidad de adolescentes desarrollados en contextos socioeducativos donde hemos asumido la normalización de fenómenos sociales como el bullying.

La idea actual de rebelde moral cabría extenderse atrás en el tiempo hasta definir al adolescente como nuevo sujeto social allá en los años 50, pero en realidad podríamos echar el calendario aún más atrás. La figura del sujeto abocado a exponerse "solo ante el peligro" (Zinneman, 1952) contra el abusón, está incrustada en la raíz de esa mentalidad americana resumida por el Western; escenario idealizado de cierta cultura del individualismo forzada por el desamparo institucional ante una dinámica de crecimiento nacional impulsada por una iniciativa pionera de conquista hacia el Oeste. Es aquí donde entra el factor definitorio del rebelde moral que, en cierta forma, aplicada a la figura del héroe clásico, supone su cortocircuito. En el Western, el rebelde moral completa a riesgo individual un statu quo apuntalado por el poder aún precario de la autoridad estatal. Sin embargo una vez completada la instalación institutional tras concluir la labor del pionero, la iniciativa polémica del rebelde moral pasa a sostener "un posicionamiento contra el statu quo" (Monin et al., 2008, p. 76). 

Diríamos que el rebelde moral surge en la falta de autoridad capaz de asegurar un statu quo, y termina por quedar enfrentado al statu quo generado por una autoridad que se percibe como injusta. Es este punto resaltado en Rebelde sin causa a través de debilidad del padre de Jim Stark, y extendida al ámbito público de un Planetario donde el profesorado no es capaz de llamar a mandamiento a los jóvenes, convertidos en fuerza incontrolable de puro masiva al filo del baby boom. No obstante, la falta de poder de la autoridad adulta radica en una falta de legimitidad política en última instancia. Cuando la autoridad policial viene a disolver el conflicto desatado por la conducta de rebeldía moral desplegada por Jim frente a la ofensa de oírse que lo han llamado "gallina", los chicos remedan el bigote y el saludo nazi para desacreditar la posición de poder de la generación adulta. 

El rebelde moral, como iniciativa de compensación individual frente al statu quo definido por un poder político precario, se veía abocado a un duelo al sol de mediodía durante los tiempos de conquista del Oeste. El rebelde moral, como proyecto de ciudadanía de un joven que, por así decir, lo tiene todo, actúa contra la consolidación total del statu quo en un duelo al caer la noche. El cowboy en rebeldía moral necesita disparar más rápido que el abusón para completar el statu quo y salir con vida. El joven en rebeldía moral necesita saltar del coche más tarde para completar el statu quo pereciendo sacrificialmente. Esta suerte de inversión funciona mediante la lógica del potlatch, que ya anticipamos en otra parte de nuestros apuntes como error político, y sucedía precisamente en el duelo cara a cara que sostienen Iron Man y Capitán América.


Como se ve, la etiqueta del rebelde moral acumula conflictos intrínsecos que la Psicología de la personalidad no se detiene a valorar, manejándola funcionalmente contra la inserción de cuestiones ideológicas en los fenómenos caracterizados por ella. La cuestión es que el rebelde moral compone un fenómeno antisocial en un sentido esencialmente político, conforme su punto de llegada lo sitúa enfrentado polémicamente al statu quo. Y basta acogerse a la etimología del término moral, referida a la idea de "costumbre" (del latín mos, moris), para evidenciar que la conducta en rebeldía sólo puede considerarse como excepción a la norma ordenada de comportamiento cotidiano. El aspecto moral del rebelde en un sentido justiciero chocaría así con la anomalía de su conducta. 

Por lo demás, al encajar la figura del rebelde sin causa en la personalidad psicológica del rebelde moral, se reproduce la contradicción entre sus términos. Un rebelde es un re-bellum, es decir, alguien polémico (del griego "polemos") que re-acciona bélicamente. En la medida en que se percibe esta reacción como ausente de causa, el rebelde sin causa vuelve a componer una especie de oxímoron. Sin embargo, cuando recordamos que el rebelde sin causa, como caso emblemático del rebelde moral, es un fenómeno enfrentado esencialmente contra el statu quo, la contradicción encuentra una explicación política. No se trataría de que el rebelde no tenga una causa, sino de que el statu quo, en su potestad de imponer una interpretación hegemónica de la realidad, no la reconoce, ya que el aspecto moral de su rebeldía lo enfrenta al poder político. 

Toda esta suerte de premisas ideológicas son las que quedan fuera de consideración epistemológica cuando la Psicología de la personalidad actual, enuncia el constructo del rebelde moral, así como cuando el cine presenta al joven como nuevo sujeto social a través del rebelde sin causa, reactualizado en sucesivas iteraciones que incluyen el cine de Harry Potter y el UCM. De ponerlas en cuarentena por escrúpulo ideológico, la caracterización del rebelde moral por los rasgos de personalidad que plantea la Psicología, coincide con el retrato típico del Superman clásico. Es así que el rebelde moral muestra altas puntuaciones (Sonnentag y Barnett, 2015; Sonnentag et al., 2017) en términos de autoestima, autoeficacia, asertividad, poca necesidad de pertenencia y vigilantismo social (en el sentido justiciero del término anglosajón). Resulta obvio que las tres primeras categorías serían características propias de alguien que dispone de un abanico de superpoderes que lo convierten en normativamente invulnerable, mientras la poca necesidad de pertenencia vendría decretada por su naturaleza extraterrestre, y el "vigilantismo" forma parte de la propia definición de la figura del superhéroe.

Como sujeto enfrentado al statu quo por motivos contradictorios de naturaleza moral, el rebelde moral se convertiría en ejemplo de rebelde al que la autoridad no reconoce su causa, en el caso de Jim Stark, contra el mundo adulto. También en el caso de Harry Potter, ante la sorprendente situación de enfrentar a un alumno contra el Presidente de su Gobierno mágico en la Orden del Fénix (Yates, 2007). También en el caso de Tony Stark contra el gobierno de su país al decidir privatizar por su cuenta y riesgo la seguridad nacional contra el deber estatalizado de esta necesidad social. Y también en el caso del Capitán América contra el mundo, por defender el derecho a decidir autónomamente la necesidad de intervenir internacionalmente conforme al papel de Estados Unidos como policía global. Todas estas situaciones están ya enredadas en la lógica implícita que invita al constructo psicológico del rebelde moral, así que no hay expresión más contradictoria de esta cuestión que la de suponer al Superman clásico actuando contra el statu quo. La simple idea de entender que la defensa del statu quo por parte de Superman supone un acto de rebeldía contra el statu quo, es la evidencia definitiva del nudo ideológico que arrastra la identidad juvenil comprendida a través del rebelde sin causa.

En la entrada anterior abordábamos la psicologización del superhéroe como un efecto provocado por una causa extraña, en tanto suponía una reacción narrativa para compensar la falta de interés provocada por la sobreexplotación de hazaña asombrosa facilitada por la hipertecnologización de los efectos especiales digitalizados. Esta psicologización del superhéroe va aparejada al aumento de discursos apoyados en el uso de términos y enfoques característicos de la Psicología, al punto en que podríamos considerar la instalación de una cierta Psicología Pop(ularizada) en el imaginario de la audiencia actual. No cabe aquí un repaso exhaustivo del uso del discurso psicológico en las series televisivas actuales. Dejamos a la memoria del lector completar esta tarea más allá del ejemplo señalado a propósito del diagnóstico de Tony Stark como personalidad narcisista.  

El contraste ofrecido por la contradicción radical que supondría encajar al Superman clasico en el molde del rebelde moral, conforme a la tendencia detectada en relación a la construcción del superhéroe contemporáneo, destapa el aspecto ideologico de la Psicología como discurso de poder disciplinario. Este aspecto ideológico revuelve el problema moral del rebelde sin causa contra la profunda deslegitimación del statu quo político que el UCM viene a depurar. Una deslegitimación que, en términos de origen histórico, descansa en ese crimen político que entraña el origen de USA como hegemonía que apunta al uso de la bomba atómica como mal menor. Un crimen tan horrendo que, en Rebelde sin causa, equipara a la generación victoriosa en la Segunda Guerra Mundial con el enemigo nazi, a ojos de sus hijos, como se ha visto un poco más arriba. 

El UCM viene a depurar este crimen a través de un protagonista que lo arrastra como estigma radioactivo, al pertenecer a un linaje directamente emparentado con el Proyecto Manhattan. Como fabricante de armamento actual, Tony Stark precisa revisar el valor moral de su responsabilidad contemporánea en este sentido. Y es que unos meses después de la bomba de Hiroshima, Superman logró absorver la bomba atómica que construyó Lex Luthor en el cómic clásico The Battle of the Atoms (Cameron y Dobrotka, 1946), pero para entonces la legitimidad moral estaba perdida en prevención de activar, como una bomba de tiempo, la narrativa hipertecnológica del UCM que habría de intentar revertirla de forma pírrica. Tony Stark es, en este sentido, la mutación sufrida por la absorción de la bomba de Luthor justificada, como valor narrativo, por la Psicología Pop.


Cameron D. y Dobrotka, E. (1946). Superman #38. The Battle of the Atoms. DC Comics.

Monin, B., Sawyer, P. J. y Marquez, M. J. (2008). The rejection of moral rebels: Resenting those who do the right thing. Journal of Personality and Social Psychology, 95, 76–93. doi:10.1037/0022-3514.95.1.76

Sonnentag, T. L., y Barnett, M. A. (2015): Role of Moral Identity and Moral Courage Characteristics in Adolescents’ Tendencies to Be a Moral Rebel, Ethics & Behavior 00(00), 1–23, DOI: 10.1080/10508422.2015.1012765

Sonnentag, T. L., Wadian, T. W., Barnett, M. A., Gretz, M. R. y Bailey, S. M. (2017): Characteristics Associated With Individuals’ Caring, Just, and Brave Expressions of the Tendency to Be a Moral Rebel, Ethics & Behavior, DOI:10.1080/10508422.2017.1304821 

Yates, D. (2007). Harry Potter and the Order of the Phoenix [película]. Warner Bros.

Zinneman, F. (1952). High Noon [película]. Stanley Kramer Productions. 

 


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