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Tesoro que brilla jamás emergido suelo.

Por inundarlo, campo curva de piedras,

Boquetes cráneos.

Lo que sí en la cabeza con la voz de secretos,

Que interesada jamás, no hubo quién sabe qué desgracia.

Bien mediocre, lenta, madre televisor.

En invierno largo, blanco y fino padre.

Hacia el campo, tumbas solteras lloraban sudando,

A esa ocupación, energía órbita, fórmula para ser roto.

Preso que sus cadenas los años entre las tumbas.

Cualquier cosa no tenía nada de particular,

Sumergida del zapato.

Luces y tampoco virus.

Sol de artista vuelto hacia atrás.

Un trozo de pecho dentro de la boca.

Un impulso metálico de amor y pierna.

La vida justo seca en mayúsculas.

Temblaba de calor un horno en el que sudando,

Qué placer volver crujiente solemne muro.

Capirote adobo, monumentales parcelas,

Y humo en honor de dudosos dos o tres sacos de azul celeste.

Porque los protegen, que actúan del sistema.

Aparcan como armas su negro inmundo,

Sebo ganchillo, suelto salario peatonal.

El ladrido lejano de aparatos.

Café con hielo, más suerte.

Apodado vehículo de pintura en los límites.

Despojado de los tres proféticamente.

Todo lo cura. Todo. Todo. Aquí.

Recuerdos que se te pudren,

Agarran las células con los recuerdos,

En que abriría el punto con ese mismo rencor.

Menester de memoria, ahora todo

Del sonido empieza a crecer en invierno,

Sobre arena para siempre jamás,

En la cama caía seguro,

Cañería abajo.

* Proyecto de intervención poiética sobre la novela generacional de Jota Martínez Galiana "Ya no somos modernos". Ed. Eutelequia 2014