Los bares fían a las terrazas el invierno: Comienza la "Poesía intachable"

En 2013 empecé un blog dedicado a intervenir noticias caracterizadas por el abuso sobrenarrativo del periodista de turno. Tachaba la información referida al acontecimiento real de la noticia, y de lo sobrante surgía un poema formado por la voluntad literaria del redactor. El resultado de aquel primer intento quedó recogido en una exposición presentada en la órbita del MEM bilbaíno de 2015, tras lo cual siguieron nuevos experimentos con distintas estrategias y en distintos contextos. La edición de un remake de La rebelión de las masas, intervenida convenientemente hara hacer hablar al texto de Ortega sobre el vacío producido por el confinamiento de la pasada primavera, cerró de alguna manera ese ciclo de 7 años de producción.
 
La primera línea de intervención poiética "corrigiendo" noticias periodísticas tuvo un recorrido limitado por la propia naturaleza experimental de esa práctica, pero también porque el incremento de material literario presentado por las noticias diarias fue dejando sin objeto al gesto de tachar una parte sobrante cada vez más pírrica. Los medios han asumido que todo es storytelling y socioconstruccionismo de tal forma, que la pretensión poética de sus contenidos es un valor al alza ad nauseam. Sólo a través de este abandono de la realidad se entiende que una frase como "Los bares fían a las terrazas el invierno" constituya la opción más adecuada para afrontar el deber de informar sobre lo que pasa. A nuestros bisabuelos les hubiera volado la cabeza encontrarse con semejante titular de primera plana.
 
El problema no es que estas noticias produzcan un material de dudosa calidad poética, que también, sino sobre todo que la poetización de la realidad implica un borrado del protagonismo social del ciudadano. El problema es político, como sucede siempre en última instancia ante los problemas estéticos. En este caso pasa por el protagonismo de la hipóstasis como consecuencia del abuso de diferentes figuras retóricas. Cada vez que un titular centra el protagonismo de una decisión política en una institución, en una nación, en una comunidad autónoma, erosiona un poco más la conciencia de que estos fenómenos están conformados por personas a las que les es arrebatado su poder. Al final tenemos un panorama donde nuestras vidas se juegan a través de las relaciones negociadas por las voluntades de instituciones que, al ser reificadas, ya no precisan de nosotros, como demuestra que no hay asomo en las noticias de referencia alguna a la ciudadanía.
 
Todo esto venía pasando en materia de discusión política donde todo se juega entre Europa y sus integrantes, o entre el Gobierno central y las comunidades autónomas, etc., etc. No obstante, es novedoso empezar a encontrarlo tan radicalmente en noticias dedicadas a informar sobre nuestras cosas de la calle en un sentido más cotidiano. Ya no cabe decir que el sector hostelero espera que la gente acuda a las terrazas para consumir este invierno pese al frío y dadas las medidas impuestas por el covid. Todo está implícito y alegorizado. Los bares son un ente que siente por sus dueños humanos. Las terrazas son un ente no sabemos si digno de confianza, que vale en este sentido por los consumidores que las ocupan. El invierno es el porvenir, el futuro, la intemperie, el gélido paso del tiempo. Un concepto tan esencial de lo humano como la confianza se pone en juego a través de la relación de los bares con las terrazas, que al parecer tienen un problema económico sin que los transeuntes pinten en ello nada más que por la suposición de constituir una medida poblacional fantasmal y subsidiaria. Así nos van borrando cada día de nuestras conciencias por lo que respecta al principio de que el poder político emana del pueblo. La representación ya desborda el marco institucional de la política para asentarse en nuestro terreno de ocio, donde somos necesarios para engrasar la maquinaria económica, pero contingentes por una presencia agotada a la que uno precisa referirse caso de forma implícita y vergonzante. ¿Recuerdan la fiesta de los maniquíes? Pues ya no llegamos ni a eso tras tanto golpe bajo recibido por la lluvia fina de ideología que nos administra día sí y día también el Cuarto Poder. Eso sí, "no nos toques, por favor". No vayamos a contagiarnos y colapsemos el sistema sanitario, que para lo que valemos...
 
¿A mí qué coño me cuentan de la confianza que ponen los bares en las terrazas? Los que castigamos el hígado a base de birras somos nosotros. La invasión de presunta poesía en el periodismo actual es tal, que a partir de ahora abro una fase dedicada a recopilar ejemplos sin corrección sintáctica alguna, y política menos, a ver qué evidencia esa cosecha. Entre tanto, si alguien quiere un ejemplar del puñado que queda de la tirada de La rebelión del vacío, tiene a su disposición comentarme por privado en este blog o por email. Buen domingo.
luisangelabad@hotmail.com
 


 

 

 

 

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