Capitán América como postergación de lo popular II. El arma de metapropaganda y su plan de súper-emprendimiento

Tras su anhelada transformación en supersoldado, la gran sorpresa que espera a Steve Rogers consiste en la función propagandística que espera a Capitán América. Lejos de aprovechar sus poderes sobrehumanos para tomar ventaja directa en el campo de batalla, la maquinaria de guerra de su país lo convierte en un reclamo propagandístico para recaudar fondos económicos que le ayuden a financiar la contienda. En el seno de una saga que arranca en plena guerra de Afganistán, y con una serie de hasta 27 películas elaborando metafóricamente el papel bélico de la superpotencia estadounidense como hegemón global en una escalada fantástica de dimensiones literalmente cósmicas, el discurso generado por este giro inesperado funciona, si se lo quiere ver, metapropagandísticamente. La evidencia de la función propagandística de Capitán América en First Avenger, y la amortización económica que conlleva como recurso espectacular recaudatorio de bonos E, se extiende metanarrativamente sobre el propio discurso de la Saga del Infinito. Un producto de entretenimiento que adquiere así, niveles de lectura metapropagandística. Y que, por cierto, a comienzos de 2022 lleva recaudados más de 22.500 millones de dólares ("Saga del Infinito", 2022).

La sorpresa de Steve Rogers ante su inesperada función social se debe al contraste entre la postergación contemporánea de Capitán América como recurso de infantería, frente a su valor propagandístico-espectacular, y las expectativas de una audiencia por cuyos ojos, el protagonista se comprende. Y es que estas expectativas vienen marcadas por una tradición totalmente opuesta. Así para empezar, la primera aparición del personaje (Kirby y Simon, 1941) nos muestra una relación sin solución de continuidad entre la obtención de superpoderes y una serie de acciones heroicas. Mientras el Capitán de América del UCM afirma haber noqueado a Hitler 200 veces antes de embarcarse en una auténtica operación militar, en referencia al número de actuaciones que demoraron su papel de acción directa. La propia portada del nº 1 de sus comics en 1941 anticipa al personaje en una representación de esta misma situación que, sin todas las complejidades de lectura posmodernas, pretende ser literal.

Tal y como se elabora en el discurso de First Avenger, la postergación de Capitán América como recurso heroico de acción directa conlleva un engaño y una decepción. La amortización espectacularizada de Capitán América, como recurso propagandístico en tiempos de guerra, se vive, por parte de quien lo protagoniza, como un desperdicio de poder social adherido a su propia identidad como individuo. Por mucho que la espectacularización propagandística de Capitán América exime a Rogers del riesgo de perder la vida en el frente, cuando además se le admira como a una estrella de Hollywood, Rogers vive estos privilegios en la combinación alienada de frustración y vergüenza, sólo paliada en una sublimación de un sentido del deber llevado hasta sus últimas consecuencias contradictoriamente: En el radical sentido del deber que caracteriza a Rogers como epítome del altruismo patriótico, Rogers debe renunciar al perjuicio del frente de batalla por el beneficio de su estatus privilegiado como artista del espectáculo, que él asume tragándose las ganas de combatir mietras siente que hace el ridículo en el escenario simulándose a sí mismo. 

Así este Rogers desperdiciado socialmente se siente un desperdicio como individuo, una "mierda". Todo el aspecto escatológico adquirido a través de sus superpoderes en términos de realización potencialmente sublime, invierte el valor del coste sacrificial reoriéntándose hacia la polaridad excrementicia. Esta misma contradicción nefasta se extiende sobre la propia voluntad de poder popular que el Capitán América alegoriza. De suerte que el Pueblo que representa ser un desperdicio en espera de que el Capitán América contravenga este plan que el Estado tiene para él como individuo extraído del colectivo. Con el Estado como inesperado traidor del potencial directo del Pueblo como fuerza sacrificada de transformación histórica, la reacción que romperá con esta situación embarazosa se deberá a la iniciativa individual del soldado, rebelándose contra la función social que se le ha encomendado como parte del colectivo, para poder, por fin, cumplir con su integración en un colectivo de infantería objetualizado y explotado en primera línea del frente, como carne de cañón. 

El "hombre estrellado con lentejuelas", esto es, la espectacularizacióndel Capitán América como postergación alegórica del ejercicio directo del poder popular, es alguien que tiene un "plan" al decir de su coro de chicas (The Star Spangled Man with a Plan). El plan que se revela en el espectáculo de su simulación heroica para "salvar el camino americano", consiste en "liderar la llamada por América" "invitando a luchar [...]  por lo que es correcto noche y día" mediante una "campaña puerta a puerta" como estandarte de la bandera "de orilla a orilla". Pero el Steve Rogers tiene su propio plan secreto, que consiste en zafarse de su simulacro tras haber cumplido con su función socioestatal como recurso propagandístico, para emprender la realización directa y literal de las hazañas que han quedado postergadas. Por así decir, el colectivo representado por Capitán América va a salir de la mierda ontológica en la que le mete el Estado, por el extraordinario poder de iniciativa de un individuo que emprende su empresa heroica personal contra la lógica institucionalizada del bien público. Este conflictivo súper-emprendimiento se va a mantener como clave narrativa del Capitán América, tanto en la trama de su trilogía específica como en el marco macrohistórico de la Saga del Infinito en su conjunto, a través de la trilogía de Avengers.

Pero esto es lo que puede discernirse en el seno del guion, donde First Avenger canta las bondades de la iniciativa individual heroica frente a las bondades del valor social de la propaganda. Sin embargo la película está atravesada por un factor metanarrativo, al ser una historia sobre el valor social de la propaganda que, a su vez, está ejecutando un discurso propagandista con respecto al tiempo histórico de su propio estreno. En este sentido, lo que se evidencia en la brutal inversión que supone un conjunto de 27 películas en el plazo de una década, y su aún más brutal amortización económica, señala el formidable valor jerárquico de la función social de la propaganda contemporánea por la fuerza de los hechos. 

Para ejecutar esta función cuya eficacia precisa mantenerse en secreto, la propaganda se disfraza actualmente de entretenimiento así como Capitán América se disfraza de su versión de lentejuelas, esto es, de simulacro espectacularizado de sí mismo. En la inestabilidad discursiva de este enfoque metanarrativo, el entretenimiento aparece como una jaula de oro cuya liberación exige un ejercicio de extrañamiento contra el extrañamiento que produce. Contra la construcción normativa de identidad, este ejercicio constituye una iniciativa individual de desprendimiento social, a modo de super-emprendimiento de uno mismo. Sería justo lo contrario de la forma en que se polarizan los elementos aquí descritos para configurar esa identidad carismática del CEO que hace propaganda de su interés privado como bien de toda la sociedad, pongamos, lo representado por Tony Stark, que, a lo largo del UCM, Capitán América va a intentar poner en juego infructuosamente. Este último nudo confuso es el que precisa mirarse en detalle a lo largo de estas entradas sobre el UCM, para comprender los enredos que lo componen y la forma en que se juega tramposamente a deshacerlo con el desenlace de la Saga del Infinito, por su valor político.

Kirby, J. y Simon, J. (1941). Captain America nº 1. Timely Comics.

Saga del Infinito. Marvel Cinematic Universe Wiki. (2022). Recuperado el 22 de enero de 2022, de https://marvelcinematicuniverse.fandom.com/es/wiki/Saga_del_Infinito.

 

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